20 jul 2012

La sensación de que nadie te escucha. Deseas ir más allá. Más allá del humo, del ruido, de la ciudad; de todo. Deseas ser otra persona. Una persona mejor. Libre. No dañina. Pero claro, somos humanos; dañamos sin más remedio. Quiero poder darle a todo el mundo lo mejor de mí. Pero lo mejor de mí solo está reservado para ti. Porque tú eres la razón de mi existencia. Tu empujas el ciclo de mi vida. Lo vuelves, lo tornas, lo pones del revés. Y no me importa. Porque cuando amamos, todo nuestro ser se entrega. Cuando dañamos, todo nuestro ser se daña. Y me da rabia. Sentir esa impotencia. Sentir que soy la persona más dañina del universo. Aunque no es verdad. Hay gente que hace cosas peores que yo. Y con una sonrisa, finjo ante el mundo que todo es perfecto. Porque este mundo es como yo. Sucumbido ante el poder. Personas de aquí para allá. Personas que afectan tu vida. Personas que dejan su huella en lo más hondo de tu corazón. Que te marcan para toda la vida. Que revuelven tus sentimientos a su antojo. ¿O será el destino? Porque el aire que me hace respirar está contaminado. Hasta el más fuerte de los pájaros se derrumba ante el fuerte viento. ¿Qué será de mí? No sé. Puede que sea mejor persona. Puede que peor. Puede que me deje arrastrar por los cauces del amor o puede que sólo vuelva a hacer más daño. Pero soy libre. En el fondo sé que lo soy. Tan libre como puede serlo cualquier persona. Porque mis palabras no serán en vano. Porque estoy escribiendo mi historia. La historia de mí misma con cada paso que doy. Cada tecla que pulso. Cada frase que escribo. Algún día volveré a ti. Y cuando esté contigo, escribiré y escribiré. Porque sólo allí puedo ser libre. Libre junto a ti.

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